¿Tu perro pequeño te lame sin parar? 5 cosas sorprendentes que intenta decirte

Es una escena típica: estás en el sofá y tu pequeño aparece para llenarte de lametones en las manos, la cara o incluso la ropa. A veces te hace gracia y otras te preguntas por qué lo hace tanto. Aunque solemos interpretarlo como puro afecto, el lamido es un lenguaje en sí mismo. Es una forma de expresar emociones, necesidades y sensaciones. Entenderlo te ayuda a conocer mejor lo que pasa por su cabeza y por su cuerpo.

No son solo besos: es su primer idioma

El lamido es una conducta instintiva que aprende desde que nace. Su madre lo lame para limpiarlo, calmarlo y crear vínculo. Ese gesto se queda grabado como una forma natural de conexión. Cuando tu perro pequeño te lame, está usando la herramienta más antigua que conoce para decirte que contigo se siente seguro. No es un gesto casual: es su forma de incluirte en su “grupo” y mantener el vínculo contigo.

Está “leyendo” la historia de tu día

Tu olor le cuenta mucho más de lo que imaginas. Cuando te lame después de cocinar o al llegar de la calle, no busca solo el sabor; está interpretando toda la información que traes encima. A través de un simple lamido intenta reconstruir dónde has estado y qué has tocado. Para él, es una manera de conectar contigo y entender un poco mejor tu mundo.

Puede ser una vía para soltar energía acumulada

El lamido excesivo también puede aparecer cuando tu perro tiene más energía de la que puede gestionar. Muchas razas pequeñas son activas y tienen una mente rápida. Si no encuentran formas de liberar esa energía de manera equilibrada, algunos la canalizan lamiendo de forma repetitiva: a ti, a sí mismos o a cualquier superficie. No siempre se soluciona con más ejercicio físico. A veces lo que necesitan es estímulo mental, rutinas calmadas y actividades que les ayuden a bajar revoluciones.

A veces es una llamada de atención silenciosa

Cuando el lamido se fija siempre en la misma zona del cuerpo —una pata, un costado, la barriga— puede estar intentando aliviar una molestia o un picor. Si insiste o llega a irritarse la piel, es importante comentarlo con el veterinario para descartar alergias o dolor. También puede ocurrir con superficies como el suelo, las paredes o los muebles. Este tipo de lamido suele estar relacionado con ansiedad, inquietud o aburrimiento profundo. En esos casos tu pequeño necesita más estabilidad, calma y actividades que lo ayuden a relajarse.

Lo que cambia cuando empiezas a observar

La mayoría de lamidos son normales y forman parte de su forma de comunicarse contigo. Son gestos que hablan de afecto, curiosidad y vínculo. Lo importante no es si tu perro lame, sino cómo lo hace, en qué momentos y si ese comportamiento cambia de repente. Fijarte en esos detalles te da una visión más clara de lo que siente y de lo que necesita en cada etapa. Y la próxima vez que te llene de lametones, quizá descubras que detrás hay un mensaje más profundo de lo que pensabas.